sábado, 28 de mayo de 2011

GP MALASIA - ¡Qué cruel es la memoria!


Alonso atiende a las televisiones en el 'corralito'.©L.M.Reyes

Las sensaciones que me deja el Gran premio de Malasia son bastantes confusas y, por lo que he comprobado, muy diferentes a las que he podido ver en las diferentes radios y televisiones que cubren el gran circo. No cabe duda que hablar sobre lo que ocurrió en la carrera con unas horas de diferencia le da a uno un plus de serenidad y análisis imposible de conseguir cuando se retransmite el gran premio en directo. Pero precisamente, esto es lo que más me gusta de la prensa escrita. Y en parte, esa diferencia de análisis frío es la que ha transmitido Alonso una vez finalizada la carrera en sus diferentes declaraciones.
Tras terminar un gran premio, los pilotos que no se han subido al podio se van derechitos a pesarse y a aguantar las preguntas de las televisiones acreditadas. Y digo aguantar porque sé que a muchos les molesta tanta pregunta, pero suele ser porque no se acuerdan de que ese precisamente por eso les pagan tanto dinero, por salir en la tele y enseñar a sus patrocinadores. Esa ronda de entrevistas es lo que se llama el ‘corralito’, puesto que es un cuadrado de unos 25 metros cuadrados vallado con cinta por el que los pilotos rotan por las teles agrupadas por idiomas, todo un espectáculo. Hoy el corralito ha sido más bien un ‘patio de colegio’ para Alonso. El asturiano venía caliente por lo del toque con Hamilton, y ni corto ni perezoso declaró que “yo intentaba adelantar y él hacía movimientos agresivos a más de 300 Km/h”. Señores, es una de las mejores definiciones que he visto de la F-1.
La memoria es a veces muy cruel. Hace que te olvides de cosas importantes o, en otras ocasiones, te trae acontecimientos pasados que te devuelven a la realidad. Si me preguntan por tres de los mejores momentos que he visto en mi vida de la F-1, la memoria me trae tres duelos de diferentes épocas. El de Rene Arnoux y Gilles Villeneuve por la segunda plaza en Dijon en el 79, cualquiera de los de Alain Prost y Ayrton Senna, en especial el del 89 en Japón, o los que tuvieron Michael Schumacher y Fernando Alonso en Imola, en el 2005 cuando el asturiano aguantó al alemán de forma magistral, o al año siguiente cuando el maestro fue el ‘Kaiser’. En todos los casos, los movimientos zigzagueantes fueron infinitamente superiores a los que pudo hacer Hamilton ayer, pero como es el ‘negrito’ de McLaren, crucifiquémosle una vez más. A este paso acabaremos con la esencia de la F-1, si es que no lo hemos hecho ya.
Se introducen medidas para que haya más adelantamientos y ahora lo que queremos es que uno se aparte y ceda el paso. Realmente no entiendo nada. Afortunadamente para mí, pude escuchar las declaraciones posteriores del asturiano a la prensa escrita española, las que hace un buen rato después de terminar la carrera en su ‘hospitality’. Ahí la calentura ya había enfriado, y ni reclamó la segunda plaza, ni atacó tan sutilmente a su excompañero, afirmando incluso que “no hubo intencionalidad por parte de Hamilton” en el toque.
Pero la memoria también me sirvió ayer para recuperar la cordura en otro aspecto, la salida. Aunque Alonso dijo tras la carrera que su salida en Malasia fue buena, lo cierto es que si uno mira el video desde la cámara aérea, la sensación es otra. Y eso me hace preguntarme algo que, por otra parte, ya tenía el convencimiento desde hace mucho tiempo. Se acuerdan de las famosas arrancadas de Alonso en su primera etapa con el Renault, en las que llegó a ser ‘santificado’ por gran parte del país. ¿A caso se ha olvidado de arrancar desde que ha llegado a Ferrari?, o ¿a caso Heidfield y Petrov han encontrado en sus ‘motorhome’ unos apuntes olvidados del asturiano y se los han empollado? Pues no señores, lo que esto demuestra es que ni Fernando era Dios cuando estaba en Renault, ni ahora es un torpe en Ferrari, lo cierto es que, como en otros muchos aspectos de este deporte, la ingeniería manda por encima de lo que hace el piloto, y los méritos también deben ser para los que están detrás del box. Por eso mismo, pido desde aquí que no tratemos de cargarnos un deporte en el que si de las pocas cosas que gobierna un piloto es el volante, y no le dejamos usarlo, la esencia de la F-1 se esfumará, y sólo nos quedará la memoria para disfrutar del pasado.

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