lunes, 30 de julio de 2012

GP HUNGRÍA - La nueva fórmula 1


Lewis Hamilton @ Ercole Colombo

La afición española está de enhorabuena. Hemos sobrepasado ya el ecuador del certamen y Fernando Alonso es un líder cómodo con más de 40 puntos sobre Webber, mientas que sus verdaderos rivales, Vettel y Hamilton, están a  42 y  47 puntos respectivamente. Pero, ¿están también de enhorabuena los aficionados a la fórmula 1? Rotundamente creo que no. El último cambio de reglamentación que atañe a los mapas de motor es una prueba más de que el rumbo de este deporte está virando 180 grados.
La razón de que se hayan superado los 60 años de F-1 con el certamen en lo más alto del automovilismo mundial no es otra que, el campeonato ha sido siempre el sueño de cualquier amante del automovilismo. No solo por contar con los mejores pilotos del mundo, sino por contar con los mejores ingenieros y ser, sin duda, la competición automovilística en la que más se investiga y se desarrolla. ¿Acaso creen que es normal que tras once carreras llevemos siete pilotos ganadores diferentes este año? Pues no, muy normal no es si analizamos los 61 años anteriores de historia.
Venimos de una década de largos y cortos ciclos en los que vivimos los reinados de Ferrari, Renault, el efímero Brawn y finalmente los de Red Bull de Adrian Newey. Y la FIA, y sobre todo Bernie Ecclestone, querían cambiar el escenario. En tiempos de crisis, cuando los contratos multimillonarios de patrocinio escasean, hay que llegar a más países, a más telespectadores, y a más patrocinadores, sino el pastel ya no da para tantos comensales. Y eso, con un equipo dominando claramente el certamen es complicado. La labor es mucho más fácil si conseguimos que, por ejemplo, haya media docena de países que cuenten con un piloto que gane carreras. Este año ya llevamos cinco. Así se consigue que las audiencias repunten y el negocio crezca. Sin embargo, se corre el peligro de que esto sea pan para hoy y hambre para mañana.
La gente de la calle, los que realmente nutren las audiencias en tiempos de bonanza, empiezan a preguntarse cosas. Porque, no se lleven a engaños, amantes de este deporte no hay demasiados, al menos en España, ahora seguidores de tal o cual piloto hay muchos, y son los que realmente hacen grandes los números de los que están delante del televisor cada domingo. Este año mis amigos me hacen preguntas diferentes cuando me sacan el tema de la F-1. ¿Se le ha olvidado todo al super-ingeniero que diseñaba los Red Bull los dos últimos años? ¿Por qué Alonso es sexto en la calificación de Hungría tras haber ganado dos carreras y haber hecho dos poles en las tres últimas citas? Y claro, responder a eso es cada vez más fácil y, a la vez, más difícil de comprender.
Los 60 años de historia de la F-1 están plagados de avances tecnológicos de los ingenieros que con el tiempo son eliminados por la FIA para salvaguardar, la mayoría de las veces, la seguridad de los pilotos. En otras ocasiones, la razón puede ser evitar que el porcentaje coche-piloto se incline demasiado hacia la máquina. Incluso a veces, las restricciones están motivadas por elementos en los coches que no cumplen la reglamentación. Todas estas medidas son entendibles y justificadas. Pero, ¿qué pasa cuando un equipo es más astuto que los demás y consigue una ventaja sin salirse del reglamento? Pues hasta ahora, cuando una escudería conseguía un buen equipo de ingenieros, si contaba con un buen piloto, reinaba a su antojo. Recuerden los McLaren de los 80 con Alain Prost y Ayrton Senna al volante y Gordon Murray como ingeniero, los Willliams de los 90 con Patrick Head y el propio Adrian Newey como ingenieros y Nigel Mansell, Alain Prost, Damon Hill y Jacques Villeneuve al volante, o los Ferrari de la pasada década con el Kaiser Michael Schumacher a los mandos y Ross Brawn y Rory Byrne en el diseño.
Sin embargo,  ahora la FIA y Ecclestone se han puesto como cruzada cargarse la quintaesencia de este deporte. Si uno quiere ver ganar a la persona más rápida, se puede poner a ver las olimpiadas y observar las disciplinas de atletismo o de natación. Es el hombre contra el crono. Pero el automovilismo, por mucho que le pese a algunos, es una combinación entre el hombre y la máquina, y como hablamos de F-1, el apartado de la ingeniería destaca más que en otras especialidades porque es donde más se invierte.
Para los no iniciados, el mapa del motor, del que tanto se ha hablado estos días, es el diagrama en el que se relaciona el régimen de giro del motor y el grado en el que se pisa el acelerador. Para unir estos dos factores en un coche moderno, en el que el pedal de acelerador es electrónico, los ingenieros cuentan con la posibilidad de adelantar o retrasar por ejemplo el encendido, o la apertura y el cierre de las válvulas. Con todo esto, los ingenieros logran proporcionar al piloto un coche a su gusto en función a la climatología que haya, la altura a la que se encuentre el circuito o el trazado del mismo. Hasta Alemania los ingenieros podían jugar con este mapa hasta en un 20% de diferencia, pero desde Hungría este porcentaje se ha reducido a un 2% en un régimen medio entre las 10.000 y 14.000 vueltas de giro del motor.
Para que lo entiendan, los pilotos siguen teniendo varios mapas de motor que regulan con una de las ruedas del volante en función a que quieran ahorrar gasolina, o por ejemplo rodar al máximo, igual que cualquier berlina de nivel medio alto o SUV tiene hoy en día, con una rueda que te permite seleccionar conducción deportiva, o normal. Sin embargo, los ingenieros ya no podrán estrujarse la cabeza en estudiar las diferencias entre un trazado y otro para conseguir que el coche se agarre mejor bajando el par motor, o que los gases de escape ayuden a una mayor carga aerodinámica al retrasar el encendido y conseguir que el combustible explosione cuando las válvulas ya están abiertas. Con todas estas restricciones, al final la FIA y Ecclestone  conseguirán que esto sea una copa monomarca donde todos corran con el mismo coche, y acabara siendo una GP2 o una F-3 con pilotos que cobran más y con chicas más guapas en el paddock, pero ya no será fórmula 1. Y no se engañen, no es que al bajar la importancia de los ingenieros se haya dado importancia al piloto. ¿Me van a decir que Pastor Maldonado es un grande por haber ganado una carrera este año? No señor, lo que pasa es que ese porcentaje que han quitado a la ingeniería, se lo han dado al azar que esta temporada representan los Pirelli, y a las pequeñas diferencias que en cada carrera inclinan la ventaja hacia un coche diferente. Realmente estamos perdiendo la auténtica formula 1.

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